EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA
No
soporto la voz humana,
mujer,
tapa los gritos del
mercado
y que no vuelva
a
nosotros la memoria del
hijo
que nació de tu vientre.
No hay
más corona de
espinas
que los recuerdos
que se
clavan en la carne
y hacen
aullar como
aullaban
en el
Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te
arrodilles más ante
tu hijo
muerto.
Bésame
en los labios
como
nunca hiciste
y
olvida el nombre
maldito
de
Jesucristo
Leopoldo María Panero
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